#UNANCOR

Tras conocerla en persona en Terramur 2024, estos días he tenido la oportunidad de entrevistar a Alicia Sarel, autora de ‘El conjurador de sombras’, un libro de fantasía clásica que, como podéis imaginar, me ha llamado mucho la atención. Sin embargo, la pila de libros pendientes es interminable, y aun no he tenido la oportunidad de leerlo, por lo que le he pedido a Alicia que nos hable un poco más de su obra para conocerla en profundidad.

Antes de hablar de El conjurador de sombras, queremos que los lectores puedan saber algo más de ti. ¿Podrías contarnos un poco sobre tu trayectoria como escritora y cómo empezaste a escribir?

Pues, curiosamente, empecé escribiendo relatos realistas para participar en concursos pequeñitos que se convocaban en mi zona. Nunca me había creído capaz de escribir una novela, y mucho menos pertenecer al género fantástico que, como lectora, es mi género preferido. Recuerdo que de pequeña tonteaba con la escritura mezclando personajes de las películas que me gustaban, o cambiando los finales de las novelas que no me habían agradado, pero nunca más allá. Fue cuando tenía 18 o 19 años, ya en la universidad, cuando un día, jugando con mis amigos una partida de rol del universo de Dungeons and Dragons, el máster del grupo se quejó de que siempre le tocaba a él dirigir los juegos, y nunca podía participar como personaje en las historias. Yo acababa de trazar los esbozos del trasfondo de mi personaje, una medio elfa curandera, y se me ocurrió hacer la gracia. Le dije a mi amigo: “venga, voy a escribir una historia donde salga tu personaje, pero no te emociones, que será algo cortito…” El manuscrito final llegó a las 700 páginas.

Sólo podía escribir en los meses de verano, porque durante el curso me dedicaba a estudiar la carrera, luego la oposición, luego trabajar mientras seguía estudiando… pero me encantaba pensar en la historia, retomarla verano tras verano. Y llegó un día en el que escribí el epílogo. Había pasado el tiempo, y ya no podíamos jugar al rol, así que le dejé el manuscrito a mi amigo para que se lo leyera, y después lo olvidé en un cajón. Total, ¿a quién le iba a gustar una historia de fantasía clásica? Eran los tiempos de Canción de hielo y fuego, y ya andaba Geralt de Rivia haciendo sus pinitos en los videojuegos… Mi hermana me propuso escribir algo totalmente distinto, y acepté el reto de escribir un segundo libro. Luego escribí un tercero… siempre pensando en que serían estos libros los que presentaría algún día a una editorial, porque El conjurador de sombras no le iba a interesar a nadie. También seguí escribiendo artículos para revistas literarias y pequeños relatos con los que ganaba algún que otro concurso. Todo a muy pequeña escala.

Entonces, allá por febrero del año pasado, atravesé una situación delicada, una especie de crisis existencial, y estaba un poco hundida a nivel personal. Los meses pasaban y no conseguía salir del pozo… hasta que un 23 de abril, escuchando Travesura realizada, oí como entrevistabais a Martin Lee, el autor de Las guerras del sur. Él había publicado su libro de fantasía con la editorial Passer y yo me dije, ¿por qué no intentarlo?

¿Hay algún autor o autora con quien sueñes colaborar algún día?

Hace poco entrevistasteis a Victoria Álvarez y recuerdo estar en la cocina, escuchando el programa mientras hacía la cena y pensando “ojalá pudiera tomarme un café con esta mujer, le contaría un par de proyectos que me rondan la cabeza… “

Solo hace falta leer la sinopsis de El conjurador de sombras para ver que estamos ante un libro de fantasía clásica, ¿qué puedes contarnos de la historia?

Esta es una historia ligerita, de aventuras, sin más pretensiones que entretener. Es muy apta para introducirse en el género de la fantasía, sobre todo si eres un lector muy joven, porque normalmente las obras de este género suelen ser densas o muy oscuras, y El conjurador de sombras no lo es. También me gusta decir que es una historia muy recomendable para descansar la mente después de una saga intensa, estilo Abercrombie o Sanderson, porque es autoconclusiva, con toques de humor.

Alicia Sarel | El Conjurador de Sombras

¿Cuáles han sido tus principales influencias a la hora de dar forma a la historia?

Por un lado, tenemos las grandes sagas de la fantasía que se escribieron en los años 80, como La Dragonlance, El elfo oscuro… este estilo. Por supuesto, aquí es obligado mencionar El señor de los anillos, de la que beben todas estas obras. Y, por otro lado, aunque pueda parecer raro, la historia tiene mucha influencia de la novela picaresca española del siglo XVI, con el Lazarillo de Tormes a la cabeza. También me ha servido de inspiración Don Quijote de la Mancha.

Ya sabemos que el origen de la novela surgió a raíz de una partida de rol pero,¿Qué te llevó a encajarla dentro del género de la fantasía clásica?

Bueno, sobre el germen de la historia como tal ya he hablado antes: la historia estaba esbozada, y era de fantasía porque ese era el género que me gustaba leer y el universo en el que se desarrollaban nuestras partidas de rol. ¿Por qué el corte fantástico- clásico? Pues fue porque una profesora de literatura de la facultad, hablando de la novela del siglo XVI, dijo que en España no se podía desarrollar una novela de caballerías al uso de lo que se dio en otros países, porque la idiosincrasia española no era épica, sino picaresca: esa es la razón de que nosotros tengamos este género tan nuestro de los niños pillos que sobreviven gracias a su ingenio, y también la explicación de por qué Cervantes decidió reírse del género de moda en su tiempo escribiendo una caricatura que acabó siendo un hito de la literatura universal. Por aquel entonces yo me preguntaba por qué no había grandes sagas de fantasía escritas en lengua española, y me dio por pensar que, de haberse escrito, nuestros héroes serían pícaros, más estilo Sancho Panza o el pobre Cid Campeador, que al fin también es un héroe venido a menos… Así que agarré mi relato y le quise dar ese toque, ese “si El señor de los anillos hubiera sido español, seguro que hubiera sido…”

Háblanos un poco de los protagonistas. ¿Tienen algo de esa picaresca de la que hablabas antes?

Mi grupo de aventureros está formado por siete amigos: primero está Greven, el líder, un cambiapieles capaz de transformarse en oso, al que nadie hace caso. Luego está Drakkan, un elfo cínico con habilidades para el robo, y Dalia, una pulka (que sería como una mediana, pero con la piel verde y el pelo naranja), que suele desbordar optimismo y secunda al elfo en todos sus atracos. En cuarto lugar, tenemos a Araliz, una medio elfa (en el libro se llaman elfanos), que es animista y está harta de sanar a sus compañeros cuando se meten en líos. Después tenemos a Rouse, la maga humana con ínfulas de grandeza y bastante mal genio. Y, por último, nombramos a Teor, el enano dormilón, y a Relm, el más joven del grupo, un humano con muchas ganas de correr aventuras. 

¿Cómo fue tu proceso para construir el mundo y los personajes de El conjurador de sombras?

Pues fue a la vez muy divertido y muy agotador… El libro de rol que usábamos en la partida que fue el germen de la historia, lógicamente, tenía copyright, así que tomé los personajes, y los coloqué en un espacio que al principio estaba muy difuso, era un mundo en blanco. Tenía una libreta de notas donde apuntaba todo lo que se me ocurría referente a la historia, y las anotaciones empezaron a multiplicarse… Por cada acción de los personajes, hacía un apunte: que uno hablaba de dinero, creaba el sistema monetario, que otro comentaba qué fecha era, yo anotaba el nombre de los días de la semana y de los meses del año… Era el mismo proceso para todas las tradiciones, las fiestas, las costumbres. Cada vez que un personaje, aunque fuera un figurante, decía o hacía algo, yo creaba todo un trasfondo que le diera sentido. Mi libreta de anotaciones es tremenda.

El mapa fue durante mucho tiempo un dibujo en sucio que creé para situar los nombres de los pueblos conforme estos iban apareciendo. Dibujé el contorno de la tierra a mano alzada y dije, “vale, aquí unas montañas, aquí un río… espera, la lógica dice que el río tiene que ir hacia el mar… Vale, este río va a ser muy caudaloso, y este no… No tiene sentido, porque si el puerto de esta ciudad es importante, es porque tiene esta geografía…” Así durante días enteros, hasta formar el boceto del mapa de Rúlmahar, con los puntos esenciales para que la trama de la historia avanzara. Cuando estuvo hecho, el resto de localizaciones las remitía a este mapa, incluso tenía una regla para calcular la distancia entre un punto y otro a pie y a caballo.

En cuanto a los personajes, una de las cosas que quería conseguir en la historia era que, pese a tener algún rasgo arquetípico de este tipo de novelas, no fueran personajes planos, sino que de verdad el lector creyera que pueden convivir y pasar largas temporadas juntos. Así que, a lo largo de las páginas, vamos a ver cómo discuten, se chinchan, se bufan y se ayudan y, sobre todo, cómo se mantienen siendo lo que son: un grupo de amigos, pase lo que pase. Para conseguir esto, es fundamental crear a cada personaje un pasado que condicione su comportamiento y sus acciones, algo que se va contando poco a poco, pero que influye en su modo de ser. Y este modo de ser, aunque con un tinte arquetípico, también tiene que variar en función de las experiencias, del tiempo que pasa o del momento en el que el personaje se encuentra. Por ejemplo, Dalia es de carácter optimista, pero eso no quiere decir que no se cabree o se ponga triste cuando el contexto lo exige.

Y, por último, está el sistema de magia, eso que a Brandon Sanderson parece no costarle nada, pero que es un quebradero de cabeza… Para darle sentido tuve que trabajar sobre él semanas enteras, hasta lograr algo que no solo tuviera lógica, sino también una progresión en el tiempo, porque las creencias evolucionan, y un soporte que justificara determinadas realidades que pudieran ser o no cuestionadas. 

El conjurador de sombras

¿Qué has aprendido sobre ti misma como escritora a lo largo de este proceso?

Lo principal que he aprendido es, aunque parezca un cliché, la certeza de que puedo hacerlo: puedo escribir un libro desde el principio hasta el final, con una cierta calidad. También, después de tantas páginas, he aprendido a reconocer mi voz narrativa, mi estilo personal, que es algo que reconforta mucho cuando te enfrentas a un nuevo proyecto y quieres darle tu toque personal. Ahora, por ejemplo, sé que no me siento cómoda escribiendo en primera persona, y tengo claro que soy una escritora muy, pero que muy “mapa”.

¿Cómo equilibraste los elementos clásicos de fantasía con ideas nuevas o innovadoras en tu narrativa?

Aquí voy a traer a colación una cita de Gaudí que me encanta: “ser original es volver al origen”. Cuando estudias cualquier forma de arte, te das cuenta de que todos los movimientos artísticos tienen como origen una reacción contra lo anterior, un “se nos ha ido la mano con lo que estábamos haciendo, vamos a volver al redil”. Luego, la corriente experimenta, evoluciona, se hace más osada, poco a poco se va distanciando de sus bases primitivas para intentar ser original… hasta que se degrada y el ciclo vuelve a empezar. Esto es lo que pienso (y es una opinión personal) que ha pasado con la literatura fantástica: empezamos con El señor de los anillos, con la Dragonlance, con todas estas novelas que dibujaron el grupo tradicional de aventureros en el que no puede faltar el elfo, el enano, el guerrero, el mago, el pícaro… Después, la fantasía se fue haciendo cada vez más oscura, más complicada, y surgen sagas maravillosas como Canción de hielo y fuego… Y luego, llegamos a la situación actual, en la que muchas obras tienen quizá demasiada presencia de algunos elementos que se retuercen hasta el extremo, por lo que hay autores que vuelven a retomar los arquetipos primigenios. Ahí tenemos, por ejemplo, ese Seis de cuervos, o ese Reyes de la tierra salvaje, incluso mencionaría a Geralt de Rivia y todo su equipo… Ahí es donde me sitúo yo. Retomo los arquetipos clásicos de los miembros de un grupo de aventureros en un mundo de fantasía, pero con la innovación, en cierta medida, de que no son héroes, ni siquiera héroes venidos a menos, sino tipos que, salvando las distancias, te podrías encontrar a la vuelta de la esquina. Porque el género ha evolucionado mucho, y los personajes no pueden ser tan rígidos como eran en los 80, ni la forma de narrar, después de tantas grandes obras, puede ser la misma. El equilibrio está en conjugar toda la tradición heredada para crear algo acorde a nuestro tiempo.

¿Ves esta novela como el inicio de una saga o prefieres explorar nuevas historias?

El conjurador de sombras era, en su origen, la primera de una saga de cinco, aunque tenía claro que quería que cada aventura fuera autoconclusiva, que empezara y terminara, para dar cierta independencia a cada novela y no agotar a los lectores en un panorama que tiene quizá demasiadas trilogías e historias a trozos. Lo que ocurre es que el proceso de creación del mundo, de escritura y de corrección, fue tan intenso que llegó a agotarme mentalmente. Necesitaba desconectar, y lo hice creando un nuevo mundo para una nueva historia. Y esto es lo que quiero hacer con las siguientes entregas: escribir una aventura de Los buscavidas, y una o dos historias autoconclusivas diferentes. Pero siempre dentro de la fantasía, que es el género en el que me siento más cómoda.

¿Qué consejo le darías a alguien que está empezando a escribir su primera novela?

¿Empezando a escribir o empezando a publicar? Porque son dos procesos completamente distintos… Además, yo detesto dar consejos, no me gusta decirle a los demás lo que tienen que hacer, porque considero que cada cual debe encontrar el método que mejor le vaya, que puede o no ser parecido al de otro…  Pero bueno, si me preguntas por el proceso de escritura, y a riesgo de parecer muy académica, yo les diría a los nuevos escritores que, por favor, le presten atención a la forma. Hacer literatura no es solamente contar historias, es, de algún modo, crear belleza con las palabras, y eso no se puede conseguir escribiendo sin atender a la forma, al vocabulario, al estilo. Que cada cual siga su método, pero que el producto final esté cuidado, refinado, que sea bonito en su forma además contar una historia interesante.

Antes de acabar, me gustaría que te tomases un momento para hablar sobre cómo ves tú la situación de los nuevos escritores, más pequeños y con una repercusión mucho menor que la de autores ya conocidos, a la hora de lograr que los blogs, podcast, canales de Youtube, Tik Tok, etc. hablen de su novela.

Madre mía, qué melón más grande para abrirlo justo al final… Pues yo, muchas veces, tengo la sensación de que soy una gotita muy pequeña en un océano de proporciones inabarcables. Tan, tan inabarcables, que prefiero no pensarlo. Para un escritor nuevo, a no ser que tenga padrinos, todas las puertas están sistemáticamente cerradas; muchas veces, o abres un butrón en la pared, o no hay forma de entrar. Y esto no pasa solamente con las editoriales, sino también con el público lector. Creo que, como lectores, no somos conscientes de hasta qué punto el algoritmo decide por nosotros, hasta qué punto leemos lo que está de moda porque nos han convencido de que eso es lo que nos apetece leer. Es una máquina inmensa, y es muy difícil detenerla.

En este panorama es en el que nos movemos los llamados “escritores emergentes”, que vamos con nuestro libro buscando quien nos haga un hueco… No voy a decir que nadie, nadie nos haga caso nunca, porque siempre hay quien tiene las puertas abiertas para nosotros, como estáis haciendo en Travesura realizada hoy conmigo, y por eso estamos muy agradecidos. Pero hay que estar preparado para recibir todo tipo de negativas, y la más común es que te digan “yo es que no hago colaboraciones de este tipo, porque leo lo que quiero”, que es una respuesta muy válida, pero a mí me gustaría que se abrieran un poco, que pensaran “si me gusta la fantasía, puedo leer tu libro si se ajusta al género”. Porque los autores pequeños necesitamos el boca-oreja, y este proceso se tiene que iniciar en algún punto. Así que voy a aprovechar para hacer un llamamiento a todos los lectores: cuando nos veáis en las ferias, o en las librerías, solitos con nuestra mesa y nuestros ejemplares, si os llama mínimamente la atención nuestro libro, acercaos, dadnos una oportunidad, pensad que sin vosotros ahora no tendríamos libros tan estupendos como El guerrero a la sombra del cerezo. Hay auténticas joyas en este mundo de los autores emergentes, y lo único que los separa de los grandes best-sellers es la campaña de marketing.